En primer lugar, la desaparición de la biodiversidad y los ecosistemas acuáticos. También el ser humano se ve muy perjudicado a causa de la alteración en la cadena alimentaria y contrae enfermedades al beber o utilizar el agua contaminada.
Por todo ello, debemos garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, tal y como recoge el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas en la Agenda 2030.
Las principales consecuencias de la contaminación del agua pueden ser:
- Desequilibrios biológicos. La presencia de ciertos químicos en el agua pueden causar la proliferación anormal de ciertos microbios o algas, lo cual desbalancea la cadena trófica y genera competencias anormales que, a la larga, ocasionan la muerte excesiva de ciertas especies que van a descomponerse añadiendo materia orgánica al agua.
- Alteraciones químicas. Los cambios en la química del agua puede llegar a extremos letales, en los que la fauna y flora locales se extingan o migren hacia otras zonas, causando daños ecológicos severos.
- Impacto climático. Los cambios de temperatura, pH y otras propiedades del agua consecuencia de sustancias añadidas o sólidos en suspensión inciden en el comportamiento de las masas del líquido, disminuyendo su evaporación y por lo tanto su precipitación y alterando el clima local.
- Contaminación de tierra y aire. La contaminación hídrica no se queda sólo en el agua, sino que se esparce hacia la tierra y el aire, conforme al ciclo hídrico, en un efecto dominó de consecuencias impredecibles.
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